martes, 26 de mayo de 2020

Sor Águeda de Luna, Capitulo III - Regreso a Corella

"Aguarte", posiblemente no hubiera tenido tanta repercusión este acontecimiento en la vida social de Corella, ni hubiera quedado grabado en el frontispicio de la memoria de sus habitantes este inoportuno incidente, todo ello por la vieja y "roñosa" maza de 142 kilos que tan modorra e indiscreta permanecía apoyada en el borde de la "paretilla", no hubiera ocurrido nada, si nuestro amigo "El del Loden" se hubiera apercibido de la cercanía de ese útil pero pesado elemento, horas llevaba "Juan Malasangre El Ermitaño" avisándole de tal posibilidad, tampoco hubiese tenido tanta repercusión, si al caer dicho objeto contundente, no hubiera tenido como objetivo diana la zanca o "tabajuanetera", que con inusual gracia asomaba por el "bujero" de la alpargata del desdichado "Juan Malasangre".

"Tevuacontar", la "estroza" aconteció, la genética de nuestro amigo, entre protozoo y espirilo y la habilidad para hacer varias cosas a la vez se hizo evidente, no solo hizo caer la liviana maza en la pezuña del desdichado Juan, sino que mientras le pisaba su manaza zarpa con el terrorífico Sebago, su capa Loden mediante un rápido Battements Degagés le restregaba, mas bien arrancaba ambas corneas, y finalmente, para acabar la faena, su enorme Cimitarra hacia diana en los cuartos traseros a la altura del delicado y pronunciado pernil. En un "memento", los tuétanos de la osamenta hicieron "esploto" y los cuadriles o ancas quedaron echos jirones, un autentico "chandrio", los dulces "jolines" y tiernos alaridos hicieron salir en desbandada a los "piones" que en ese momento reparaban las mochetas de la puerta de entrada en la ermita de Araceli.

"Jomios", años llevábamos avisándole que los ilustres y afamados "Sebagos", elaborados con un viejo odre por "Maese Peña", estaban deformes, no solo por el paso del tiempo sino por su anatomía tan peculiar de bacteria procariota familia de los tropezónidos, "quizir" contrahecho, y además por su peculiar uso en las batallas en las que había participado, tantos pisotones que había dado a sus enemigos, su pédico protector era incontrolable y había llegado a su fin, los andares, las coces y los accidentes que originaba estaban acabando con la plácida convivencia en la ciudad. "El Tío Quintin el Alabardero", "Mambrú Mascapanes" y Guzman el del Chuzo" fueron los encargados de hacerle entender, no sin resistencia, de la conveniencia de abandonar un tiempo la pacifica y tranquila ciudad.

"Mepaiceami", y digo que no hubiera tenido tanta repercusión, ya que no hubo manera de conseguir ni maestro de obras ni alarife que continuara con el adosado a la Ermita de Araceli, obra diseñada por el insigne arquitecto de la ciudad Licenciado D. Agustín de Fernandez y de Prada y de Virto, ayudado este por el tracista de la Orden Carmelita y que con gran pericia y destreza comenzaron Maese Vigilia, Maese Torerillo y Maese Fortuna, y cuyo fin no era otro que albergar a las monjas que pronto harían su entrada en Corella. Juan Malasangre el Ermitaño era conocedor que el pueblo de Corella no quería que la Virgen estuviese a cargo de un ermitaño, eso y los vinagres perpetuos que nuestro amigo "El del Loden" le dejó, hacia imposible a cualquier persona acercarse al Fosal de los Moros, cerca del Brazal de Ouarre , "quizir", extramuros. "El tiempo todo lo cura menos la vejez y la locura".

"Amosaver", era el año de 1719 y nuestro querido Felipe V regresa a Corella, "nopuemas", tanto tiempo sin ver a gente sana y graciosa era insufrible, que se le pedan a un Rey no es tarea fácil, coger el tonillo y la cadencia adecuada era tarea para un único artista, así ocurrió en su anterior viaje y "paiceser" que su regia figura esbozó una ligera sonrisa ante la tremenda pedobufa que nuestro vecino "Pepe el Guarro" le asestó. Esta vez regresa con Isabel de Farnesio, cuatro años llevaban casados, reina de gran belleza, buen tipo y gran carácter, "quizir", una "tuercemorros", así que esta vez se evito la presencia de nuestro vecino para el saludo habitual. Les acompañaba el famoso "castrati" italiano, Farinelli, el mas famoso del siglo XVIII, ya que todas las noches le tenía que cantar a nuestro rey unas cuantas arias, "paiceser" que lo sentaban en la mesilla de noche y arrancaba con los trinos, de ese modo la reina intentaba curar la depresión melancólica que tanto daño le estaba haciendo, así estuvo el soprano durante 20 años de somnífero real. Cierto es que su majestad fue avisado por los regidores que en Corella estaban el "Barillas" y  el "Librada" los cuales hubieran deleitado de igual o mejor modo a su majestad. "A la luz de la candela, toda música parece bella".



D. Agustín de Sesma y Sierra de nuevo prepara su casa para hospedar a tan insignes visitantes, toneladas de alimentos en las alacenas, cientos de odres de vino, vajilla nueva, adecentar las cuadras, pasar por peluquería,  sacudir alfombras y cortinajes, remesa de cirios, limpieza de casacas, chupas, calzones, cotillas y corpiños, en fin, un "novivir", otras casas de ilustres vecinos tienen que hospedar a la comitiva de sacamantecas, peinaovejas y acabacasas que acompañaban a los reyes, Francisco de Sopranis, Pedro Virto de Lezama, Pedro Sada, Juan de Aibar y Miguel de Muro ponen sus haciendas a disposición de la nobleza. "Con lo que Dios manda y el Rey ofrece, no hay mas que joderse".
Los reyes en comitiva y acompañados por "El Corellano Jotabrava", visitan la basílica de Nuestra Señora de Araceli y admiran las magnificas decoraciones que Matías Gonzalez estaba realizando, un chiquillo de 8 años le ayuda con las paletas y a fastidiarle el dia, es su hermanastro Antonio Gonzalez Ruiz que años mas tarde se trasladaría a Madrid, Francia e Italia para formarse como pintor, llegando a ser pintor de cámara de Felpe V, Fernando VI y Carlos III, pero esa será otra historia.

"Paiceser" que a Lerma llegan las noticias que Michelangelo Conti ha sido nombrado Papa, era el 8 de Mayo de 1721, pocos meses antes se firmó el Tratado de Utrech, el cual como Inocencio XIII y de buena gana lo ratificó, era un verdadero descanso ya que a nuestro querido Felipe V , unos pocos años antes la dichosa Quadruple Alianza le habían sacudido la badana y bajado los humos en la batalla de Cabo Passaro, "esosí" porque nuestras Cohortes Corellanas y sus terroríficas mazas no fueron avisados a tiempo, "sempeñó"  en tomárselo a broma y ahí no hiló fino, "nopasaná".

Nos la tenía jurada el Pontífice, además de no gustarle otras ordenes que no fueran las Dominicas, era enemigo de todo lo que venía de España, la jota, el ajoarriero, la tomatada, el chumarro, etc, "quizir" un velorcio, poca gracia le hacía también la reina Isabel de Farnesio y menos el Cardenal Giulio Alberoni, principal consejero de nuestro Felipe V y amigo intimo de la reina, cuando Alberoni cayo en desgracia se escondió en Corella durante unos meses en la "Cueva de la Mintirina", "Maese Perantón" y el "Hominido Cagarruciense" fueron los encargados de hacer mas que agradable su estancia, que ancho estuvo y cuanto gozópero tuvo que abandonar España gracias a la verborrea de un "chicholete" local, no le quedo otro remedio que volver a su Italia natal, allí y para mas inri, después de elegir en el cónclave como cardenal que era al zarrapastroso de Inocencio XIII, este ultimo ordenó encarcelarlo. "Gente de sotana, logra lo que le da la gana".

Sor Agueda de Luna continuaba con la milagrería, encantamiento, ilusionismo, hechizo y fascinación de las gentes de Lerma y provincias limítrofes, Fray Juan de Longas y Fray Juan de la Vega, divulgador y confesoreran quienes la defendían y encubrían de sus hechos dándole reputación de santa favorecida por la gracia de Dios. "Gurriones mosquitos y frailes, dios nos libre de tales aves". Sor Agueda era conocedora que pronto debería volver a su Corella natal, para ser la abadesa y albacea junto a otras hermanas de la Virgen de Araceli. Aprovechando esta circunstancia se logra convencer a Juan Malasangre de la oportunidad de viajar a Lerma y traer de regreso a Corella a su vieja amiga Agueda, poco tiempo le costaría preparar la fabulosa galera que 16 años atrás le trasladó confortablemente a Lerma, eso hizo mejorar los vinagres del sufrido Juan, el pobre ermitaño aún conservaba a su viejo mulococero y su fiel rucio cojitranco. " La locura no tiene cura, y si la tiene poco le dura".


Aloquiba", en España la sociedad estaba dividida en estamentos, la poderosa élite formada por la nobleza era mantenida por la clase trabajadora y entre ellos uno grupo intermedio compuesto por la burguesía y el artesanado, gracias a Dios en aumento y en detrimento de las clases privilegiadas, no olvidemos al nutrido grupo religioso integrado por frailes, monjas y curas de misa y ollaUna época trepidante, Corella seguía con su vida rutinaria, la vida apacible, casi bucólica de un pueblo de agricultores, con algunos hidalgos que dejaban pasar las horas, y con abundantes chascarrillos sobre la vida de nuestra vecina Agueda en Lerma, sus hechos y su embrujo.

Vencidas las dificultades económicas, el 28 de Enero de 1722 se reunió el Ayuntamiento regido por su alcalde D. José Sanchez y Martinez de Lesaca, actuando de notario el escribano de la ciudad D. Francisco de Ochoa, y por parte de la congregación carmelita acudió el P. Fray Antonio de la Madre de Dios, provincial de la Orden, todos los nombrados y en presencia obligada de Golgorito, Maese Villarejo y los Maceros, se firmaron las escrituras de la fundación, en la que se cedía la basílica de Nuestra Señora de Araceli con todos sus ornamentos y se les daba, "cojona", 100 ducados para construir la clausura, 100 robos de trigo durante 14 años y 50 docenas de aceite durante 16 años. A cambio "El Prudencio" y a perpetuidad tendría un rincón debajo del absidiolo junto al cimborrio y nuestra querida "Fermina" quedaría alojada en el intercolumnio junto al tercelete. "Al fraile y al cochino no hay que enseñarle mas que una vez el camino".

Las monjas hicieron su entrada en la ciudad el 7 de Septiembre de 1722, Sor Agueda tenía 32 años y había estado 16 años en Lerma, la gran galera iba gobernada por nuestro amigo Juan Malasangre, iban escoltadas por gran muchedumbre y toda la chiquillería de la ciudad jaleaba su llegada, la "Muerte Calaña", los Maceros, la Banda de Cornetas y Tambores, las Cohortes Corellanas y su famosa Legion Cardus Apius Acelgus abrían la comitiva.

Ocho eran las monjas que de diferentes conventos venían a Corella, Sor agueda de Luna y Sor Rosa de la Concepción venían de Lerma, Sor Ana María de Jesús también de Corella y sobrina del constructor Esteban Echeverría venía de Pamplona, Sor Josefa de la Ascensión procedía del convento de Burgos y Sor Ursula de San José, Sor Teresa del Espíritu Santo, Sor Josefa Teresa del Espíritu Santo y la hermana Antonia del Espíritu Santo provenían del convento de Calahorra. Asomado con recelo en el "clizal" de "Las Chatillas" presenciaba la entrada de la comitiva el ultimo ermitaño de la basílica de Araceli, Fray Joaquín de Luna y Castillo el cual permaneció hasta el 23 de enero de 1722. Dos días después de su llegada a Corella, el notario Ochoa procedió a darles posesión de la basílica, estando presentes todos los vecinos y la comunidad religiosa, en su protocolo notarial dice, "Tomé de la mano derecha a la reverenda Agueda de la Encarnación, presidenta de la comunidad y la entré dentro de dicha basílica, de día claro, sol salido, a vista y tolerancia de todo el pueblo, y le di posesión real y corporal de la dicha basílica".

"Tomapatenas", en algún sitio tenían que alojarse, así que la comunidad de monjas carmelitas provisionalmente lo hizo en el convento de San Benito, allí se encontraban las monjas Benedictinas, muy hospitalarias y que además conocían a las de Corella que venían de Lermaposteriormente se instalaron frente a la Iglesia de San Miguel en el Palacio de los Sada, que luego fue de los Aguado y que en aquella época era de D. Antonio del Vayo, el cual les habilito su casa en la que permanecieron hasta que finalizaron las obras del convento en 1724, cuando se realizó el traslado definitivo.
Consta que las obras del convento duraron 384 días, tuvo un coste de 96.000 reales y prácticamente fue financiada por un caballero de Logroño llamado D. Juan José Martinez de Boleaga, el cual aportó 9.000 ducados porque conocía a las monjas de Lerma. Curioso es que dicho caballero repartió su fortuna entre los pobres y vino a Corella a hacerse carmelita, profesando en el convento de Santa Teresa el 14 de Octubre de 1724. Amenquedioslotengaensugloria.


El 9 de Julio de 1724, 22 meses después de su llegada a Corella, entran a vivir en el nuevo edificio las monjas carmelitas, ya no eran aquellas ocho, porque Sor Josefa, Sor Ursula y Sor Josefa Teresa habían vuelto a sus respectivos conventos, pero sobre todo porque había crecido tanto la comunidad que alcanzaba el tope marcado por la regla de Santa teresa. Corellanas fueron las primeras a ingresar, Doña María Teresa de Anchorena y Ezpeleta que lo hizo en nombre de Sor María Teresa de Jesús, Doña Magdalena García y Luna, Doña Catalina de Agreda y Bardaxí y Doña Luisa Virto de Lezama y Aibar.

Sor Agueda tuvo a su cargo la misión de fundar un convento dedicado a propagar la devoción de una imagen recién aparecida, nuestra Virgen de Araceli, se vio pronto llamada por el destino a una importante empresa con el mayor de los entusiasmos y se dedicó a ella con el desenfreno de las almas sin medida, lo llevo al terreno de la mística con el propósito de atraer sobre la nueva fundación y sobre la Virgen de Araceli la admiración y el asombro.

La historia continuará