"Tevuacontar", la "estroza" aconteció, la genética de nuestro amigo, entre protozoo y espirilo y la habilidad para hacer varias cosas a la vez se hizo evidente, no solo hizo caer la liviana maza en la pezuña del desdichado Juan, sino que mientras le pisaba su manaza zarpa con el terrorífico Sebago, su capa Loden mediante un rápido Battements Degagés le restregaba, mas bien arrancaba ambas corneas, y finalmente, para acabar la faena, su enorme Cimitarra hacia diana en los cuartos traseros a la altura del delicado y pronunciado pernil. En un "memento", los tuétanos de la osamenta hicieron "esploto" y los cuadriles o ancas quedaron echos jirones, un autentico "chandrio", los dulces "jolines" y tiernos alaridos hicieron salir en desbandada a los "piones" que en ese momento reparaban las mochetas de la puerta de entrada en la ermita de Araceli.
"Jomios", años llevábamos avisándole que los ilustres y afamados "Sebagos", elaborados con un viejo odre por "Maese Peña", estaban deformes, no solo por el paso del tiempo sino por su anatomía tan peculiar de bacteria procariota familia de los tropezónidos, "quizir" contrahecho, y además por su peculiar uso en las batallas en las que había participado, tantos pisotones que había dado a sus enemigos, su pédico protector era incontrolable y había llegado a su fin, los andares, las coces y los accidentes que originaba estaban acabando con la plácida convivencia en la ciudad. "El Tío Quintin el Alabardero", "Mambrú Mascapanes" y Guzman el del Chuzo" fueron los encargados de hacerle entender, no sin resistencia, de la conveniencia de abandonar un tiempo la pacifica y tranquila ciudad.
"Mepaiceami", y digo que no hubiera tenido tanta repercusión, ya que no hubo manera de conseguir ni maestro de obras ni alarife que continuara con el adosado a la Ermita de Araceli, obra diseñada por el insigne arquitecto de la ciudad Licenciado D. Agustín de Fernandez y de Prada y de Virto, ayudado este por el tracista de la Orden Carmelita y que con gran pericia y destreza comenzaron Maese Vigilia, Maese Torerillo y Maese Fortuna, y cuyo fin no era otro que albergar a las monjas que pronto harían su entrada en Corella. Juan Malasangre el Ermitaño era conocedor que el pueblo de Corella no quería que la Virgen estuviese a cargo de un ermitaño, eso y los vinagres perpetuos que nuestro amigo "El del Loden" le dejó, hacia imposible a cualquier persona acercarse al Fosal de los Moros, cerca del Brazal de Ouarre , "quizir", extramuros. "El tiempo todo lo cura menos la vejez y la locura".
"Mepaiceami", y digo que no hubiera tenido tanta repercusión, ya que no hubo manera de conseguir ni maestro de obras ni alarife que continuara con el adosado a la Ermita de Araceli, obra diseñada por el insigne arquitecto de la ciudad Licenciado D. Agustín de Fernandez y de Prada y de Virto, ayudado este por el tracista de la Orden Carmelita y que con gran pericia y destreza comenzaron Maese Vigilia, Maese Torerillo y Maese Fortuna, y cuyo fin no era otro que albergar a las monjas que pronto harían su entrada en Corella. Juan Malasangre el Ermitaño era conocedor que el pueblo de Corella no quería que la Virgen estuviese a cargo de un ermitaño, eso y los vinagres perpetuos que nuestro amigo "El del Loden" le dejó, hacia imposible a cualquier persona acercarse al Fosal de los Moros, cerca del Brazal de Ouarre , "quizir", extramuros. "El tiempo todo lo cura menos la vejez y la locura".
D. Agustín de Sesma y Sierra de nuevo prepara su casa para hospedar a tan insignes visitantes, toneladas de alimentos en las alacenas, cientos de odres de vino, vajilla nueva, adecentar las cuadras, pasar por peluquería, sacudir alfombras y cortinajes, remesa de cirios, limpieza de casacas, chupas, calzones, cotillas y corpiños, en fin, un "novivir", otras casas de ilustres vecinos tienen que hospedar a la comitiva de sacamantecas, peinaovejas y acabacasas que acompañaban a los reyes, Francisco de Sopranis, Pedro Virto de Lezama, Pedro Sada, Juan de Aibar y Miguel de Muro ponen sus haciendas a disposición de la nobleza. "Con lo que Dios manda y el Rey ofrece, no hay mas que joderse".
Los reyes en comitiva y acompañados por "El Corellano Jotabrava", visitan la basílica de Nuestra Señora de Araceli y admiran las magnificas decoraciones que Matías Gonzalez estaba realizando, un chiquillo de 8 años le ayuda con las paletas y a fastidiarle el dia, es su hermanastro Antonio Gonzalez Ruiz que años mas tarde se trasladaría a Madrid, Francia e Italia para formarse como pintor, llegando a ser pintor de cámara de Felpe V, Fernando VI y Carlos III, pero esa será otra historia.
Nos la tenía jurada el Pontífice, además de no gustarle otras ordenes que no fueran las Dominicas, era enemigo de todo lo que venía de España, la jota, el ajoarriero, la tomatada, el chumarro, etc, "quizir" un velorcio, poca gracia le hacía también la reina Isabel de Farnesio y menos el Cardenal Giulio Alberoni, principal consejero de nuestro Felipe V y amigo intimo de la reina, cuando Alberoni cayo en desgracia se escondió en Corella durante unos meses en la "Cueva de la Mintirina", "Maese Perantón" y el "Hominido Cagarruciense" fueron los encargados de hacer mas que agradable su estancia, que ancho estuvo y cuanto gozó, pero tuvo que abandonar España gracias a la verborrea de un "chicholete" local, no le quedo otro remedio que volver a su Italia natal, allí y para mas inri, después de elegir en el cónclave como cardenal que era al zarrapastroso de Inocencio XIII, este ultimo ordenó encarcelarlo. "Gente de sotana, logra lo que le da la gana".
Aloquiba", en España la sociedad estaba dividida en estamentos, la poderosa élite formada por la nobleza era mantenida por la clase trabajadora y entre ellos uno grupo intermedio compuesto por la burguesía y el artesanado, gracias a Dios en aumento y en detrimento de las clases privilegiadas, no olvidemos al nutrido grupo religioso integrado por frailes, monjas y curas de misa y olla. Una época trepidante, Corella seguía con su vida rutinaria, la vida apacible, casi bucólica de un pueblo de agricultores, con algunos hidalgos que dejaban pasar las horas, y con abundantes chascarrillos sobre la vida de nuestra vecina Agueda en Lerma, sus hechos y su embrujo.
Vencidas las dificultades económicas, el 28 de Enero de 1722 se reunió el Ayuntamiento regido por su alcalde D. José Sanchez y Martinez de Lesaca, actuando de notario el escribano de la ciudad D. Francisco de Ochoa, y por parte de la congregación carmelita acudió el P. Fray Antonio de la Madre de Dios, provincial de la Orden, todos los nombrados y en presencia obligada de Golgorito, Maese Villarejo y los Maceros, se firmaron las escrituras de la fundación, en la que se cedía la basílica de Nuestra Señora de Araceli con todos sus ornamentos y se les daba, "cojona", 100 ducados para construir la clausura, 100 robos de trigo durante 14 años y 50 docenas de aceite durante 16 años. A cambio "El Prudencio" y a perpetuidad tendría un rincón debajo del absidiolo junto al cimborrio y nuestra querida "Fermina" quedaría alojada en el intercolumnio junto al tercelete. "Al fraile y al cochino no hay que enseñarle mas que una vez el camino".
Ocho eran las monjas que de diferentes conventos venían a Corella, Sor agueda de Luna y Sor Rosa de la Concepción venían de Lerma, Sor Ana María de Jesús también de Corella y sobrina del constructor Esteban Echeverría venía de Pamplona, Sor Josefa de la Ascensión procedía del convento de Burgos y Sor Ursula de San José, Sor Teresa del Espíritu Santo, Sor Josefa Teresa del Espíritu Santo y la hermana Antonia del Espíritu Santo provenían del convento de Calahorra. Asomado con recelo en el "clizal" de "Las Chatillas" presenciaba la entrada de la comitiva el ultimo ermitaño de la basílica de Araceli, Fray Joaquín de Luna y Castillo el cual permaneció hasta el 23 de enero de 1722. Dos días después de su llegada a Corella, el notario Ochoa procedió a darles posesión de la basílica, estando presentes todos los vecinos y la comunidad religiosa, en su protocolo notarial dice, "Tomé de la mano derecha a la reverenda Agueda de la Encarnación, presidenta de la comunidad y la entré dentro de dicha basílica, de día claro, sol salido, a vista y tolerancia de todo el pueblo, y le di posesión real y corporal de la dicha basílica".
Consta que las obras del convento duraron 384 días, tuvo un coste de 96.000 reales y prácticamente fue financiada por un caballero de Logroño llamado D. Juan José Martinez de Boleaga, el cual aportó 9.000 ducados porque conocía a las monjas de Lerma. Curioso es que dicho caballero repartió su fortuna entre los pobres y vino a Corella a hacerse carmelita, profesando en el convento de Santa Teresa el 14 de Octubre de 1724. Amenquedioslotengaensugloria.
El 9 de Julio de 1724, 22 meses después de su llegada a Corella, entran a vivir en el nuevo edificio las monjas carmelitas, ya no eran aquellas ocho, porque Sor Josefa, Sor Ursula y Sor Josefa Teresa habían vuelto a sus respectivos conventos, pero sobre todo porque había crecido tanto la comunidad que alcanzaba el tope marcado por la regla de Santa teresa. Corellanas fueron las primeras a ingresar, Doña María Teresa de Anchorena y Ezpeleta que lo hizo en nombre de Sor María Teresa de Jesús, Doña Magdalena García y Luna, Doña Catalina de Agreda y Bardaxí y Doña Luisa Virto de Lezama y Aibar.
Sor Agueda tuvo a su cargo la misión de fundar un convento dedicado a propagar la devoción de una imagen recién aparecida, nuestra Virgen de Araceli, se vio pronto llamada por el destino a una importante empresa con el mayor de los entusiasmos y se dedicó a ella con el desenfreno de las almas sin medida, lo llevo al terreno de la mística con el propósito de atraer sobre la nueva fundación y sobre la Virgen de Araceli la admiración y el asombro.
La historia continuará